jueves, 6 de diciembre de 2012

Holy Movies: Leni, Watson y Webber, Mitry y Kirsanoff

HOLY 
MOVIES






El estreno de Holy Motors (Leos Carax, 2012) ha provocado un shock que no solo ha divido a la crítica, 

"Se oían muchas risas y había sensación de alborozo y complicidad en la sala ante el último disparate del director francés Leos Carax, señor al que se profesa culto en Francia aunque jamás haya podido comprender las razones. Nada de lo que ocurre en la espantosa Holy motors es comprensible para un espectador que no haya perdido las neuronas, aunque también dudo que su autor entienda de que está hablando. Pero alguien nos explicará que se trata de poesía, corrosión y delirio, cositas tan prestigiosas que no precisan la mínima coherencia" (Carlos Boyero)

También al público, que la ha llegado a calificar de "tomadura de pelo" o "idiotez", entre otros adjetivos que aquí no pronunciaremos. No vamos a defender aquí el film de Carax, sino el cine, el verdadero cine, el cine puro. El formato de distribución de películas en España si que es una tomadura de pelo. El espectador, semana tras semana (o mes a mes; o trimestre a trimestre al ritmo que desciende el público en salas) se sienta a ver la misma película una y otra vez. Pueden cambiar a los actores, el escenario, la historia, etc. pero el film sigue siendo un relato novelesco con sus puntos de giro y estrategias narrativas canónicas para que el espectador pase un buen rato (o malo, si alguna de estas pautas está mal ejecutada). La mayoría de películas que se le ofrecen al público en las salas de cualquier ciudad de España son de consumo palomitero, donde la acción no predomina, aplasta, a la reflexión, al intelecto. (Por suerte, algunos cines en ciudades importantes se atreven a proyectar películas que si merecen la pena, aunque sea durante un breve periodo de tiempo, pero esto ya les honra. Aunque lo ideal sería que esta situación se diese en, al menos, en cada capital de provincia). El problema de esta disparatada abundancia es que hace que el espectador se olvide de lo que realmente es el cine (o era, de cara al público, visto lo visto). El cine no es la típica película en tres actos con un drama de por medio. Eso solo es una de las vertientes de este arte. Por ello, cuando se enfrenta a películas como Holy Motors, sin entrar valoraciones, directamente desconecta, la califica de incompresible y se olvida de pensar. Lo que es sarcásticamente divertido es el escuchar la típica frase de "yo al cine no voy a pensar, voy a pasar el rato, a entretenerme". ¿Para eso pagas el desorbitado precio de 8€? ¿Para perder el tiempo? Para pasar el rato o entretenerte puedes tomar el cafe con un amigo, jugar a la videoconsola, hacer el amor, que es gratis y divertido. Pero ya que el cine se ha puesto tan caro, se debería aprovechar y entrar en una sala para pensar, reflexionar sobre lo que las imágenes quieren decirnos, intentar completar el relato utilizando nuestro intelecto y llegar así a una mayor comprensión del mundo; y no simplemente deleitarnos en un goce de adrenalina.

En resumen, lo que queremos expresar es que hay cine más allá de estas películas de consumo que han creado un patrón de reconocimiento que si el espectador no reconoce, valga la redundancia, desconecté o descarte la posibilidad de experimentar el mismo (o mayor) placer ante el producto audiovisual, sea un largo, un corto, una pieza de videoarte, etc. El cine no nació para contar historias, esto vino más tarde. El cine es heredero de la fotografía no de la novela, de la música y de la poesía, no de la letra escrita. Las verdaderas películas son aquellas que exprimen las posibilidades fílmicas, especialmente en el montaje (que es lo que hace que el cine sea cine; y no olvidemos el montaje interno del movimiento de personajes en un plano (o, más interesante, en un plano-secuencia), pues sí, eso también es montaje, no solo lo es el analítico). Las verdaderas películas no tienen una construcción dogmática de establecer una presentación, crear un drama y llegar a un clímax. No tiene porque ser así. Las verdaderas películas son las que abren nuestra mente a nuevas sensaciones, experiencias y nos hacen reflexionar en su construcción, en su narración y sus múltiples, infinitas, interpretaciones. Cine de vanguardia, cine experimental (huyamos del termino estanco), cine poético, cine ensayístico...

Todo lo dicho anteriormente no es más que una mera (y escueta; y quizás un tanto alambicada)  introducción a una nueva sección que llevará por título "HOLY MOVIES" y con la que traeremos esas "sagradas películas" que demuestran lo que el cine pudo (y todavía defendemos que puede, si se le deja) llegar a ser. Películas que el espectador debe recibir con ganas y con alegría, pesando que está descubriendo algo nuevo, y ojalá llegará al nivel de reflexión para conseguir que este tipo de filmes volvieran a llegar a las salas.

Pues bien, comenzamos esta sección con cuatro interesantísimos cortometrajes del cine de vanguardia:

Rebus Film Nr. 1(Paul Leni, 1925)



Este "juego" de Paul Leni podría proyectarse hoy todavía antes de la proyección de la película, en lugar de atragantarnos con quince minutos de propaganda. Aquí, Leni, crea un crucigrama audiovisual que el espectador tiene que ir resolviendo. Un divertimento que va más allá de la pura diversión, sino que crea una interactividad con el público y le hace pensar, aunque sea algo sencillo, como descifrar que país europeo tiene cinco letras y sus vocales son una "A" y una "I", pero por algo había que comenzar. El arte del collage, de la animación y del montaje se unen en esta maravillosa pieza.

La caída de la casa de Usher (The Fall of the House of Usher, James Sibley Watson y 
 Melville Webber, 1928)



Interesantes adaptaciones de este relato de Edgar Allan Poe se han hecho. Incluyendo la obra maestra de Epstein. Aquí el cine es capaz de crear su propio discurso, huyendo de la base literaria en cuanto a su planteamiento formal y estilístico. Deudor del expresionismo y  el surrealismo, no es una adaptación al uso, tal como nos tienen acostumbrados en las películas actuales. No es un copia y pega, del cual el espectador dirá al final que se han dejado tal o cual parte; la apropiación propiamente cinematográfica que lleva a cabo el film del relato literario elimina todas las comparaciones para ver la película como una pieza personal y propia. 

Pacific 231 (Jean Mitry, 1949)


Straub y Huillet se acercaron a Schoenberg, a su manera. Las sinfonías de ciudades surgieron durante el cine mudo, donde las imágenes tenían un ritmo musical en su composición y montaje. De hecho, el Nosferatu de Muranu tiene por subtítulo "Symphonie des Grauens". El cine es musical, música con imágenes, con sus ritmos, sus crescendos, etc. Y Mitry aúna aquí cine y música durante el trayecto del Pacific 231 de una forma muy poderosa. 

Brumes d'autumne (Dimitri Kirsanoff, 1929)


La poética, la plasticidad, la lírica de sus películas hacen de Dimitri Kirsanoff uno de los cineastas más deslumbrantes de este periodo. Un par de líneas no le harían justicia, lo que hay que hacer es ver su cine una y otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario