jueves, 6 de junio de 2013

El halcón maltés (The maltese falcon, John Huston, 1941)


John Huston es el gran director de la aventura, el viajero, el atrevido, y sus películas ambientadas en todos los lugares del mundo desde El tesoro de Sierra Madre (1948) hasta Dublineses (1987) , pasando por La noche de la iguana (1964), La reina de áfrica (1951) o Moulin Rouge (1952) están repletas de emoción, dramatismo y fuerza. Y El halcón maltés (1941), su primera película es el mejor exponente de ello.
 
Hay que partir de que El halcón maltés es una adaptación (muy fiel, hay que señalar, y de ahí parte de su éxito) de la obra literaria de Dashiell Hammet. Esta situación es bastante (o en mayor parte) recurrente en la obra de John Huston que realizó muchas adaptaciones, entre ellas: Dublineses, El honor de los Prizzi (1985), Moby Dick (1956), La jungla de asfalto (1950), etc. Huston casi se limita a “copiar” el texto original en el guión cinematográfico, y dotarlo de unas poderosas imágenes, dándole vida a la novela, cosa que no todos los directores saben hacer.

El cine negro (y el subgénero de gángsters) , junto al western y el musical, había sido el género emblema del cine de Hollywood desde la llegada del sonido. En la década de 1930 nos encontramos con películas tan emblemáticas como: Hampa dorada (Little Caesar, Mervyn LeRoy, 1930), El enemigo público (The Public enemy, W.A. Wellman, 1931), Scarface, the Shame of a Nation (H. Hawks, 1932), etc. Pero estas películas, que además se centran más en la figura del gángster están repletas de acción y una cierta “falsedad” de la época representada, eran películas, y creaban su propio mundo, donde los malos eran los más malos y el mundo era el perfecto lugar para el crimen. Con El halcón Maltés, Huston, desde el inicio quiere romper con esto, y lo hace, después de los créditos, con una plano de la ventana donde los nombres de los policías están, al verlos desde el interior, del revés para el espectador. Con este inicio Huston nos quiere decir “esto es la realidad”. Hay que apuntar que la acción se sitúa, principalmente, en habitaciones, por lo tanto, esa voluntad de ser más realista se expresa en los personajes y sus acciones: Sam Spade puede ser envenenado como cualquier otro, no es ese detective invencible. Y aquí reside una de las particularidades del film, y que lo hace si cabe más interesante, pues la película tiene esa voluntad realista, pero al mismo tiempo es una producción de una major, Warner Bros y está anclada dentro del género que está dominando el panorama en los últimos años, por lo que no puede evitar cierta estéreotipación en su puesta en escena, por ejemplo la forma de dar y recibir golpes, aparentemente leves y que dejan K.O al enemigo sin ningún problema. Es una película que está en todo momento entre esas dos posiciones, y que es al fin y al cabo el resultado del film y de la trama: ese codiciado objeto resulta ser una falsificación por muy real que parezca, como la película no deja de ser una representación, y hollywoodiense, de una realidad que no existe.

Para continuar con las actuaciones cabe señalar , en palabras de Kim Newman, que “Humphrey Bogart pasa de sus papeles de malo al de héroe duro (pero que también sufre daños, como hemos comentado anteriormente) y romántico. Mary Astor podría parecer demasiado respetable para el papel de mujer fatal, pero la extraña afectación con que luce sus vestidos ceñidos y sus peinados resulta apropiada para una mujer que siempre tiene preparada una mentira. El locuaz, obeso y autosatisfecho Kaspar Gutman de Sydney Greenstreet y el cortés, triste y perfumado y gimoteante Joel Cairo de Peter Lorre son inmortales de la pantalla[1]. Y no hay que olvidar la actuación de Elisha Cook Jr, como Wilmer, el callado pero peligroso sicario de Kaspar Gutman, un personaje que en el futuro será fuente de inspiración para Alain Delon en El silencio de un hombre (Le samouraï, Melville, 1967).  La línea de las interpretaciones entran todas en este juego entre veracidad en expresiones faciales y comportamientos y la gesticulación y representación clásicas hollywoodienses al recibir un golpe o un disparo.

Pero lo que realmente llama la atención en esta película es su trepidante ritmo, como el mismo Huston declara: “Justo después de la secuencia que acabamos de hacer – la de el apartamento de Brigid – la historia comienza realmente a moverse. Cuando lleguemos a la secuencia de Cairo y Brigid en el apartamento de Spade, la trama se convertirá en una montaña rusa[2]. La película, que concluye con una larga secuencia en el apartamento donde todos los personajes discuten quién será cabeza de turco y esperan la llegada del preciado halcón, mantiene aquí su clímax y es capaz de mantener, incluso superar en algunos momentos, el ritmo previo. Huston hace un montaje muy dinámico lleno de planos que no permiten aburrirse al espectador y que le mantienen siempre en alerta. Dentro de esta situación hay que tener en cuenta el desglose de cada escena donde nos encontramos un estilo muy clásico, típico del MRI, y que Huston a medida que avance su carrera hará evolucionar. Cada escena se divide en plano de situación, plano/contraplano (divido en dos: siempre detrás de Spade – el público protegido por el detective- y Spade amenzado; o bien, primeros planos de cada personaje cuando estos tiene algo importante para la trama), vuelta al plano de situación, con el mismo tiro de cámara que el anterior, para ver el movimiento de algún personaje dentro del plano, permitiendo así que el espectador no se pierda, y vuelta al juego de plano/contraplano, plano de situación, el personaje se marcha y final de la escena.

Un último punto destacable es el final, ideado por el productor Jack Warner, de cambiar el final original por Bigrid siendo encerrada, metafóricamente, en el ascensor, situación previa a lo que le sucederá y ha provocado Spade. Y añadir la frase de Shakespeare: “Esta hecho con el material con el que se fabrican los sueños”.  Y es que el cine, como demuestra esta película, esta hecho con este material y nos puede llevar a historias de todo tipo y a cualquier lugar del mundo, como el cine de John Huston.



[1] JAY SCHENEIDER, Steve. 1001 películas que hay que ver antes de morir. Joshua Klein, Amanecer.  Grijalbo,  Barcelona 2004.
[2] http://www.filasiete.com/articulos/asi-se-hizo-el-halcon-maltes-de-john-huston-1941

2 comentarios:

  1. La verdad es que no entendí mucho la trama de la película. Todo muy confuso. Eso sí, actuaciones brillantes y escenas memorables.

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  2. Me encantó esta película, una de las más interesantes que he visto de cine negro... Y encima la consideran la primera del género! Además Bogart está fantástico y toda la realización es muy interesante. Eso sí, el ritmo trepidante que mencionas puede llegar a ser confuso, pero con atención se disfruta mucho. Saludos.

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