miércoles, 27 de marzo de 2013

El sexto sentido (Nemesio M. Sobrevila, 1929)


La importancia de esta película radica en las múltiples lecturas que nos ofrece. En primer lugar como compendio del panorama cinematográfico español de la década: es una película de muy bajo presupuesto, lo que da cuenta de la débil industria nacional. La temática y eje de acción de la película es el malentendido (estrategia peculiar que garantiza el éxito, desde los inicios, como en esta película o, por poner otro ejemplo, en Pilar Guerra, de José Buchs, (1926) hasta nuestros días en series como Aquí no hay quién viva), es un film costumbrista (la pasión por ver las corridas de toros son el desencadenante de todo el conflicto) y con cierta dependencia teatral (en las actuaciones, especialmente la de Kamus; y el hecho misma de que la protagonista sea actriz de teatro). Es el intento de hacer una película que pueda competir en las salas, a las que cada vez acude más público.


Otra lectura sería la propia metacinematográfica, dentro del núcleo narrativo que se crea entorno al doctor Kamus y su descubrimiento de la cámara, a la que llama “el sexto sentido, el ojo extrahumano”.  Por este periodo se desarrolla el auge del fascismo/nazismo en Europa, con Leni Riefenstahl y la propaganda política de Goebbels a la cabeza, y la película habla sobre el poder del cinematógrafo y como estos grupos lo podrían usar. Aquí podemos interpretar esta reflexión sobre el aparato cinematográfico de dos maneras: 1. El cine en malas manos puede ser peligroso y destructivo (la película que Kamus enseña a León es confusa y engaña y hace tambalear la relación entre Carlos y Carmen). 2.El cine no muestra la realidad, es una representación subjetiva de la realidad que interpreta el que la ve (el espectador) y le da un significado (lo que Kamus plantea es que el cine no miente y que muestra la realidad tal cuál es; pero en su película ha realizado un montaje – aunque sea en cámara – y ha mostrado lo que el querría mostrar, esas imágenes y no otras). (los dos puntos comentados). También es una reflexión sobre las corrientes cinematográficas del momento. Como apunta Luis Fernández Colorado: “parapetado tras la ficción, con tratamiento de comedia basada en el equívoco, Sobrevila se decanta por un tipo concreto de práctica fílmica de tibia avanzadilla frente a una segunda oleada de vanguardia que pugnaba por dinamitar las estructuras narrativas y no quedarse en lo que consideraba un mero trabajo sobre la estética y el ritmo […] A través de un somero repertorio de imágenes en aclamadas manifestaciones de esa segunda vanguardia, la más radical en sus planteamientos, caricaturizaba esos movimientos y a los estupefactos de un credo tachado de papanatas (el personaje de Kamus ejemplifica esa postura: una defectuosa planificación y un caótico montaje son puestos por el peculiar galeno como paradigma de hacia dónde deberíamos caminar en el futuro), sin desdeñar por ello la pertinencia de ciertos hallazgos expresivos derivados de esa práctica fílmica y cargando las tintas sobre el papel crucial que juega el director en la configuración del [sexto] sentido de un film”.

La otra lectura importante que ofrece la película es la reflexión sobre la mirada (algo que llega hasta hoy en día y que siempre se van a estar planteado los cineastas más interesados por el dispositivo y sus posibilidades que por contar una simple historia). Esta reflexión se hace “mediante una serie de contraposiciones”, la más notable se da en la actitud pesimista de León versus la actitud vitalista de Carlos, uno “el atildado intelectual al uso” y el otro “la encarnación del gusto popular”.

Esta película fue denominada por sus creadores como una “película de retaguardia”. No llegó a estrenarse y a Sobrevila levantar proyectos le resultaría muy complicado en adelante. El “sexto sentido” que poseía la película para haber triunfado, pues reunía los elementos clave para estrenarse en la época, pareció fallar, pero hoy en día es una obra de culto y de importancia en tanto para la cinematografía nacional, en cuanto para la reflexión sobre el propio cine, que entraría dentro de este “Tren de sombras” que engloba todo el cinemógrafo, propuesto por José Luis Guerín en 1997. 

Para verlo, en "RTVE a la carta": 

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