Vacunada
para ir a la India
(Carmina o revienta, Paco León, 2012)
Desde su reciente estreno se
está hablando con bastante asiduidad del film de Paco León, Carmina
o revienta. Está en boca de todos, pero no por sus valores
cinematográficos sino por su polémica
exhibición. El hecho de ser estrenada al mismo tiempo en cines, DVD e Internet
ha hecho pasar un tanto inadvertido el contenido y la forma del film. De estas
cuestiones vamos a realizar a continuación unos esbozos.
En primer lugar, la película
se ha presentado como una nueva hibridación entre el documental y la ficción,
un mockumentary,
etc. Paco León, para disipar las dudas termina el film con una cita
esclarecedora de Tom Clancy: “¿La diferencia entre realidad y ficción? La
ficción tiene mayor sentido”. Y el film es una ficción en toda regla.
O, acaso, ¿las declaraciones de Alvy Singer haciendo un recorrido por su vida
amorosa hacen de Annie Hall un
documental? Este film de Woody Allen, que guarda mayor relación de lo que
parece con el esperpento de León, también tiene su base en huellas de una
realidad sucedida. Carmina o revienta
toma prestados hechos acaecidos en la realidad para ficcionarlos. Como
prácticamente cualquier película. Lo único, que en esta ocasión la protagonista
de los sucesos en el film, es la persona a la que le sucedieron. A partir de
ahí se articula una ficción sobre una
madre coraje, sustento de toda una familia un tanto particular. Pero más
aspectos están presentes en este film, que en palabras del propio realizador: “me puedo permitir probar nuevos mecanismos
porque no tengo subvención del ICAA y porque tengo una película muy barata con
poco que perder y bastante que ganar”.
En los últimos meses están
“apareciendo” (entre comillas porque forman parte (casi) de ese “cine invisible” tan (no) presente en
nuestro país) una serie de largometrajes que demuestran que otra forma de realizar cine español es
posible. Los trabajos de Carlos
Vermut, Andrés Duque o Juan Cavestany, con la obra de Paco León como cabeza
visible (gracias, en gran medida, al estar realizado por un exitoso actor
televisivo -como las películas del Grupo Dziga Vertov obtenían financiación
porque Godard estaba reconocido en aquel momento. Y si la comparación se
permite, si, estamos hablando de que este
cine español podría ser calificado de militante o de guerrilla-. Que si este largometraje lo dirige cualquier
otro no dudo lo dificultosa que habría sido su presencia, y menos su éxito, en
el Festival de Málaga). En Carmina o
revienta nos encontramos con un personaje, el más representativo del cine
español en muchos años: Marifé, la cabra
(de la legión) mascota de Carmina y metáfora de la industria
cinematográfica española que hace oídos sordos al cante jondo del “padre”,
Antonio León, cuando este le dice “Tu me
entiendes a mí ¿verdad?”, y al resto de personajes que cuentan su vida y
(de)muestran que esta es interesante. Más que toda la “chusca” que se
sobreproduce a día de hoy en España.
El film, más cercano a Los idiotas de Lars Von Trier que a cualquier documental de Michael
Moore a la hora de denunciar ciertos males de nuestra casposa sociedad.
Casposa, que es como nos la presentan programas que “retratan la realidad tal
cual es” y que podrían haber hecho un reportaje sobre Carmina. Los ecos de Callejeros
o derivados como sombra amenazante que podría haberse apropiado de esta
historia no dejan de resonar, convirtiéndose
en risas delirantes ante la zafiedad de ciertas situaciones límite que se tornan en una ficción cuasi hitchcockiana. Uno de los ejemplos
más claros a este respecto es la persecución en taxi. A Carmina le han robado
su coche. De camino a la comisaria, en un taxi con su hija, ven en la distancia
el vehículo sustraído. Carmina conmina al taxista a seguirlo. Llegan a un
barrio marginal y se detienen. Carmina no lo duda y baja del taxi. La cámara se
queda dentro, en el asiento trasero, creando un plano-secuencia que de la impresión de realidad. Pero la puesta en
escena, calculada al milímetro, el encuadre tan bien nivelado potencian la
fuerza de la ficción, al mismo tiempo que aleja al espectador de la situación,
no por su protección, sino como un distanciamiento
que hace que el acto de Carmina no se convierta en jugo del amarillismo,
por así decirlo. Dicho de otra manera, Callejeros
habría bajado del coche y se habría posicionado en la misma espalda de Carmina,
sacando toda la “mala leche” de la
escena; en cambio, el film, toma una distancia, haciendo que la ficción parezca más realidad que la que nos
venden como tal.
Otros puntos de ataque,
tratados siempre con la ironía y el humor escatológico, son la monarquía y la hipocresía que vive bajo su
mando (léase, señoras con mantilla y señores con bigote u puro) y los
poderes de control económico (y político, evidentemente), en una sociedad que
después del 15-M y la situación de crisis, que parece cada vez ir a peor,
demanda democracia real, vivienda y trabajo. En el primero de los casos nos
encontramos con una amiga de Carmina, que ya podemos clasificar de entrada por
el vestuario que lleva puesto, iluminado de manera especial que el resto del
plano. La amiga de Carmina presume de
conocer a la reina Sofía, una “mujer
encantadora, que cuando voy a Madrid, como no la llame se enfada conmigo”,
que se va a dormir a la habitación de Elena y cuando ella va, mira que majos
que son, “recogen los perros” porque
le dan miedo. Pero, Sofía, pobre, porque “Juan
Carlos coge la moto… y tu sabes”. Pero
estas cosas no se pueden contar mucho “porque
no se crea la gente que yo me las doy de algo”. Todo esto dicho después
de un ataque de pedos (con posdata) contra su propia hija en el interior de un
coche y antes de la ingesta de un lavado vaginal.
Otra situación es el cobrador del frac, que no tiene otro
trabajo que ir a cobrar 15.000 a un bar de periferia donde lo que más falta
hace es el dinero. La única manera de sacarlo de ahí y evitar el desahucio será mediante la
amenaza y la violencia. Violencia contra
ella misma, pues Carmina se atiza en la frente con una botella de cerveza
para asustar al cobrador amenazándole con decir que es él quien le ha hecho la
brecha en la cabeza. Pero Carmina está “vacunada
para la India” como indica una enfermera cuando va al hospital después de
ingerir antibióticos, Nolotil, un sobre de lavado vaginal y un Bacardí con
cola. Y es que para salir adelante en un clima de recortes y represión hay que estar dispuesto a luchar hasta el
final y hacer lo que haga falta. Y si
hace falta trampear el robo de jamones, se trampea.
Adrián Tomás Samit
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