En
primer lugar hay que contextualizar el film desde dos posiciones, la histórica
y la cinematográfica, que en ocasiones llegan a unirse, y es que el cine es un
reflejo de su tiempo. La película de 1937
surge en un periodo de guerra, poco tiempo después del fracaso de la 2ª
República, “época dorada del cine español”, donde hay un equilibrio entre la
tradición folclórica y el cosmopolitismo y aumenta la calidad de las películas;
la gente quiere ver cine español. A finales de los años veinte aparece la
sonorización, que no sienta muy bien a las producciones españolas, que para
obtener una buena calidad deben trabajar en Francia o Italia, costará un tiempo
(hacia 1935) cuando se cuente en España con un equipo estable de profesionales,
y esto llevará al auge del musical. Por esta época se crean diversas
productoras, entre ellas, Filmófono, fundada en 1930 por la familia Urgoiti,
una familia burguesa liberal. Esta producto tiene un carácter comercial en sus
inicios. En 1931 distribuye películas de vanguardia y cortos de Walt Disney por
lo que tiene un amplio margen de ventas y va adquiriendo salas de cine en
Madrid. Llega el momento de conocer a Luis Buñuel, que en esta época ya tiene
un aura vanguardista con sus películas Un
perro andaluz y La edad de oro y
fundan el cineclub, donde se proyectará por única vez esta película de Buñuel.
Los cineclubs proyectan películas extranjeras y de contenido revolucionario,
suele venir del cine soviético, y tienen un cariz intelectual. Buñuel entra con
Filmófono en el mundo de la producción aportando 150.000 pesetas a la empresa,
lo que le convierte en productor, ejecutivo y ocasional guionista (y director uncredited). Filmófono produce comedias
y melodramas baratos, películas de fácil distribución y buenos beneficios
económicos, lo que no resta que haga una lectura más progresista y liberal de
los temas de siempre: mujeres
proletarias seducidas por los señoritos burgueses y después abandonadas, hijos
abandonados en la miseria…. Y este es, en resumidas cuentas el contexto en el
que surge ¡Centinela Alerta!
Esta
película dirigida por Jean Gremillón y Luis Buñuel (que intenta desvincularse
como tal debido a su caché como cineasta vanguardista, que no le permitía hacer
películas comerciales, pero que, como productor tiene que hacer) es un sainete
basado en La alegría del batallón y
que mezcla comedia-musical y melodrama. Su argumento es simple y cumple
con el tema esbozado en el párrafo
anterior: el joven burgués seduce a una mujer y la abandona, luego aparecerá
Angelillo para cuidar de ella y su hija. La película está concebida desde su
puesta en escena para la exhibición, lucimiento y disfrute de una de las
estrellas del momento: Angelillo. La iluminación, los encuadres, las actuaciones
musicales centradas en su figura… explotan la marca de este actor para que la
película tenga una buena taquilla; también encontramos al típico personaje
cómico, que aparece cuando el relato necesita algún chiste o una chispa de
gracia y no caiga en el profundo melodrama. Pero la comercialidad del film no
le resta ciertos valores estéticos, algunos evidentes del universo de Buñuel
como el plano en el que se le retuerce el cuello a una gallina blanca o la
primera elipsis temporal, después de que el joven burgués se haya aprovechado
de la chica, ella se encuentra en el río y se produce la elipsis: un árbol con
hojas se convierte en un árbol seco, que da cuenta de la situación de la
muchacha y, al mismo tiempo, del periodo de guerra en el que se ubica la
película. La película no huye de la realidad en la que vive y hace una critica
a la actitud del cuerpo de milicia, mostrándolos como unos vivarachos
despreocupados cuyo objetivo es la diversión y pasar el tiempo, cantando, y
preocupándose por nimiedades. Otro elemento que cabe mencionar es el uso de
efectos de transición, no son simples fundidos, también encontramos cortinillas
triangulares o con otras formas geométricas, que recuerdan, y hacen guiño, al cine mudo, como en la
escena de la partida de cartas, que muestra a ese ejército cómico. La película
está dividida en dos núcleos dramáticos (tres si contamos el planteamiento
inicial) que sería una primera parte con predominio del musical y la comedia, y
la segunda con mayor importancia del melodrama, debido a la aparición del
personaje de Arturo (el que se aprovechó de la joven) y debido a un
malentendido se produce una lucha entre ambos. Al final, con la solución del
equívoco Angelillo se reconcilia con la chica y termina con una escena musical.
Entretenimiento y reflexión para el público.
No
querría terminar sin comentar este uso del equívoco, estrategia clave para la
comedia y el melodrama que va desde películas de la época, y anteriores, de ¡Centinela Alerta! como Pilar Guerra (José Buchs, 1926) hasta
una serie contemporánea como Aquí no hay
quien viva, donde el equívoco, el malentendido es el eje de cada capítulo.
Y es que en España, el costumbrismo y la comedia, salpicada con pequeñas dosis
melodramáticas que lleguen al espectador, parece ser que es lo que las
productoras piensan que tiene un éxito seguro. Y esto, desde los inicios del
cine en nuestro país, o como dice el habla popular: “de toda la vida”.
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