domingo, 8 de marzo de 2015

Libros de cine: Theo Angelopoulos (Manuel V. Estévez, Cátedra – Signo e imagen. Cineastas, 2015)



Me abalancé sobre el libro de Manuel Vidal Estévez acerca de la figura de Theo Angelopoulos de manera entusiasta, esperando descubrir nuevas lecturas, apreciaciones y/o valoraciones acerca de la obra de un cineasta al que considero de referencia (personal) y al que siempre agradezco que se le dedique un trabajo de retrospectiva como el ejercido por Vidal Estévez para hacer más visible una cinematografía única, imprescindible y que sigue siendo bastante desconocida, o escorada. Su films requieren un gran esfuerzo por parte del espectador, pues su densidad, su duración, su complejidad narrativa y su auto-referencialidad, además de la importancia del contexto histórico-socio-político que fuera de sus fronteras se escapa, hacen que su visionado no sea una de esas primeras elecciones frente a la pila de DVDs. Ver una película de Angelopoulos es un ejercicio de voluntad, casi un acto de fe, que tiene su recompensa, pues la experiencia que supone El viaje de los comediantes (1975) [Uno de los films favoritos de quien esto escribe], La mirada de Ulises (1995) o La eternidad y un día (1998), por citar los más (re)conocidos, son una autentica revelación.


Como conocedor de la obra completa del cineasta heleno, lector sobre dicha filmografía a través de libros clave como el de Andrew Horton: El cine de Theo Angelopoulos: Imagen y contemplación (Akal, 2001) o análisis no menos imprescindibles como los de Pere Alberó o Francisco Javier Gómez Tarín acerca de La mirada de Ulises, y entrevistas en diferentes revistas e idiomas; y analista, pues mi primer trabajo serio en la licenciatura de Comunicación Audiovisual estuvo centrado en El viaje de los comediantes (trabajo que se puede consultar, con todos sus defectos, en este mismo blog) y escribí en el monográfico dedicado en Shangrila. Como lector que no cae en el cine de Angelopoulos de primeras, el libro de Vidal Éstevez ha resultado de poco interés. Pero si hemos expuesto lo primero es para contrastar la calidad del libro, que para alguien que desconozca la filmografía del poeta-cineasta griego, esta es una buena introducción bastante clara y definitoria.

Lo es básicamente gracias a dos aspectos ajenos al análisis: la cronología básica dentro de la que se enmarca la obra de Angelopoulos y el apartado final en el que se recogen declaraciones del mismo realizador y que dan cuenta de sus múltiples capas como artista y persona. Estos epígrafes, salvo en este libro, no pueden encontrarse de manera tan bien clasificada y de fácil acceso. Algo que el lector agradece cuando quiere desentrañar todo el discurso que las películas de Angelopoulos guardan dentro. Debidamente, Vidal Estévez incorpora cuando es necesario dichas referencias en el análisis, haciendo todavía más claro el enigma de una películas que se pueden llegar a hacer un tanto opacas pero  a las que su sentido de la belleza las hace tanto absorbentes como pregnantes.

Pero estos apartados suelen formar parte de esta colección (al menos de aquellos libros que hemos leído), lo que da cuenta de que éste sigue la línea editorial al pie de la letra y eso coarta el interés de un cine que debe analizarse de otra manera, más allá de la sinopsis ejemplificativa. Porque esa es la impresión que da el análisis: una larga y detallada sinopsis que en ocasiones se detiene puntualmente para interpretar y dar luz sobre la niebla que cubre cada fotograma. Pero ese comentario no suele ir más allá de un par de párrafos, como si el poner en contexto el film, mostrar la auto-referencialidad de la obra e insistir en aspectos que nos han quedado claros durante las primeras páginas, fuera suficiente. Pero esta es la línea editorial y no se le puede discutir su cometido, a este respecto llevado a buen puerto, pese a que en ocasiones (y debido a esa narrativa tan compleja que esquiva este tipo de propuestas analíticas) el texto se vuelve en si mismo una espiral y confunde al lector.

Si queremos profundizar en el análisis de cada una de estas películas, o al menos de las más significativas, deberemos acudir a otros textos, como los de Alberó o Tarín, citados más arribas o a los que Vidal Estevéz da cuenta al final en la bibliografía de su libro. Así, pese a dedicarle un apartado en solitario a La mirada de Ulises, por ejemplo,  nos podemos llegar a abarcar todo aquello que la película realmente ofrece, y por lo que es tan imprescindible. Aunque, por otra parte, los films posteriores a éste y que gozan de menor trabajo analítico están bien abordados y resultan más sugestivos, especialmente el análisis de La eternidad y un día y su reflexión acerca de la representación (o el tratamiento) de la muerte en el cine contemporáneo.



Si bien, es interesante la división de la filmografía por bloques de análisis más que por orden cronológico, poniendo así en relación y haciendo un esbozo de búsqueda de nuevos significados entre ciertas películas. Al igual que el acercarse, aunque sea con brevedad, a los trabajos más minoritarios, como son los documentales y los cortometrajes. Así, el libro de Vidal Estévez aporta un nuevo capítulo al libro de Horton, ensayo por excelencia para vislumbrar todos los aspectos referentes a la obra de Angelopoulos y que termina con el análisis de La mirada de Ulises. Ahora el viaje puede continuar y podemos enlazarlo con los últimos films de la filmografía. Aunque no con El otro mar, la película que Angelopoulos estaba filmando cuando sufrió el fatídico accidente que terminó con su vida. Y si bien es verdad que no hay acceso al material filmado, si que hay varias voces (por ejemplo, algunas escribieron en el número que Caimán. Cuadernos de cine dedicó al cineasta tras su viaje) que pueden dilucidar hacia dónde se encaminaba y relacionarlo, aunque fuera en menor medida con el resto de la filmografía. Pero quizás por respeto, que respetamos, el libro prefiere dejar esto a un lado con un “al menos, de momento. Sobre ella, nada podemos decir”.


Se pueden decir muchas cosas sobre la obra de Theo Angelopoulos, aunque parezca que ya estén todas dichas. El libro de Manuel Estévez Vidal se limita a una análisis pragmático dentro del campo de acción en el que se mueve, satisfactorio y esclarecedor, especialmente para aquellos que, por primera vez, quieran descubrir los entresijos de un realizador imprescindible dentro del cine moderno.



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