jueves, 2 de agosto de 2012

Fotogramas: El bosque (The Village) y la representación en Shyamalan



Microanálisis de un plano en torno a la representación







Ivy (Bryce Dallas Howard) mira directamente a cámara y dice: "Estoy enamorada. Él está enamorado de mí. Si muere, todo lo que para mí es vida morirá con él. Pido permiso... para cruzar los bosques de Covington e ir a las ciudades... a conseguir medicamentos... que puedan salvar a Lucius Hunt".

Y el concepto de representación se vuelve el tema del film. A partir de ese momento, de esa mirada a cámara que expulsa al espectador del relato para instarle a que ejerza una mirada distanciada de la narración, para que se cuestione todo lo visto hasta ahora, para que se de cuenta de que todo es una mentira. El mismo pueblo es un gran escenario al que sus fundadores han dado vida, el mismo pueblo es un espacio de la representación, que se hace pasar por un pueblo de época, creyentes de un periodo de mayor inocencia y castidad protegidos de todos los peligros.

Cuando el peligro se presenta en el pueblo, el verdadero peligro, no el ficticio creado por ellos mediante la invención de las criaturas del bosque, sino el que surge ante la amenaza de muerte real de Lucius, éste (el peligro), rompe la representación de esa farsa, obligando a uno de los fundadores a tomar una decisión que puede poner en peligro la continuidad de esa vida ficticia.

Ese primer plano es toda una declaración de intenciones de Ivy (y Shyamalan) que apela directamente al espectador contándole lo que va a suceder en el resto del metraje. Una vez sabiéndolo, lo que nos interesa no es esta resolución, sino sacar a la luz todo lo que la representación ha creado.

Desde aquí, se producirá un montaje paralelo que alterna flashbacks dentro de flashbacks con el presente del film, y toda la continuidad que había hasta el momento se quiebra a favor de un ejercicio en torno a la representación, sus causa y consecuencias, y como forma parte de nuestra vida.

Todo ello con una simple mirada a cámara.

PS: El cine de Shyamalan no es un cine de género fallido, porque no es lo que busca, al menos desde El protegido (Unbreakable, 2000). Shyamalan hace otra cosa, y como buen cineasta posmoderno, su obra gira en torno a la representación y el análisis metafílmico del género de suspense con hibridaciones del terror, fantastisco, ciencia-ficción, etc. Cuando vayamos a ver una película de Shyamalan, hay que hacerlo con estas perspectivas y no con la que nos venden en los  trailers. 

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