jueves, 7 de noviembre de 2013

Alberto Morais: las miradas a la memoria

Ante el estreno de la última película de Alberto Morais, Los chicos del puerto (2013), que no para de viajar por festivales y está confirmando a su realizador como uno de los cineastas españoles de ese "otro" cine a tener en cuenta, aprovechamos nuestro post semanal para recuperar diferentes entrevistas que ha ido realizando desde que nos llegara su primer largo documental: Un lugar en el cine (2007); su primer largo de ficción: Las olas (2011); y, ahora estos Chicos del puerto. Así, podemos ver la evolución de un pensamiento crítico en torno al cine y las formas de trabajar con la memoria y su representación.


De manera cronológica, ofrecemos la entrevista contenida en los extras del DVD de Un lugar en el cine, un coloquio sobre Las olas en el que participan Roman Gubern, José María Caparrós, Julio Pérez Perucha y Alberto Morais, y dos entrevistas sobre Los chicos del puerto: la realizada en el primer festival donde participó, el Festival de Moscú y la versión íntegra de la que hicimos nosotros para Nomepierdoniuna.net

1. Entrevista "Un lugar en el cine" (2007)


2. Coloquio "Las olas" (2011) y entrevista con Alberto Morais y Carlos Álvarez-Nóvoa



3. Entrevista en el festival de moscú "Los chicos del puerto" (2013)



4. Entrevista Nomepierdoniuna sobre "Los chicos del puerto" (2013)

En primer lugar, darte las gracias por concedernos esta entrevista. El motivo de la misma es, claro está, la selección de tu nueva película, Los chicos del puerto, en el Festival Internacional de Cine de Moscú, que se realizará entre el 20 y el 29 de junio. Dicho festival ya le concedió el premio a mejor película y el FIPRESCI, además del mejor actor, a tu anterior film, Las olas (2011). Por lo tanto, ¿cuáles son las sensaciones de que vuelvan a seleccionar una película tuya en el festival?¿Crees que podrás repetir galardón?

Estrenar la película en la Sección Oficial de un festival de clase A con la historia de Moscú ya es una gran suerte, más allá de todo lo demás, así que estoy feliz.

Es un festival que ya conozco, me gusta porque es muy acogedor, y no todos los días puede uno visitar Rusia, esta vez me escaparé también a San Petersburgo. 

La verdad es que es toda una alegría que Los chicos del puerto participe en un festival de Clase A en un momento donde el cine español está siendo olvidado por estos centros de atención. La nula participación española en Cannes (más allá de un par de pequeñas coproducciones) ha sido un duro golpe y una llamada de atención. ¿Cómo ves el futuro del cine español tanto a nivel de festivales como de taquilla?

Ahora mismo se está discutiendo en Europa la naturaleza propia de la “excepción cultural”, ¡Qué vergüenza de Europa! Esto significa un retroceso de 60 años y la desmantelación de facto del concepto de “diversidad cultural”. Es una noticia terrible.

Tal y como están las cosas en el presente, si el Estado no apoya la diversidad cinematográfica, el plus valor  que genera el cine en el seno de la sociedad se perderá. Si gracias a las políticas de Malraux nacieron los Truffaut o los Godard, merced a estas nuevas políticas neoliberales, no habrá salida.

Si España no pudo experimentar la modernidad cinematográfica debido a que estaba bajo un régimen fascista que duró cuarenta años, éste es un nuevo y doble golpe a un país que todavía está en pañales. La responsabilidad ahora mismo es nuestra, si no enfrentamos esta situación de forma colectiva, sino sabemos mirar más allá del propio ombligo, el vacío será impresionante.

Sin lugar a dudas, tu obra es una de las apuestas más personales que hoy podemos encontrar en nuestro cine. Otra voces de este cine al margen de la industria, o periférico, con las que se te podría relacionar serían Javier Rebollo,  Marc Recha o Jonás Trueba. Y en el campo del documental, donde se inscribe tu primer film, Un lugar en el cine, podríamos destacar a Carla Subirana, Mercedes Álvarez o Elías León Siminiani, que también trabajan el género de manera particular. Cada realizador tiene su estilo personal y podríamos hablar de un compromiso conjunto respecto a la situación del cine español y las formas de abordarlo ¿Cuál es tu opinión respecto a este “nuevo cine español al margen”?

Decía mi padre, que era médico en la sanidad pública, y que pasó los últimos años de su vida trabajando sin parar en un barrio de Valencia llamado Nazaret, que las zonas, los lugares, no eran “marginales”, sino que eran marginados.

Con la cultura en  España ocurre lo mismo. Nadie en su sano juicio quiere hacer un cine al margen, lo que ocurre es que en este país no ha habido un intento de llevar el cine a los colegios como hicieron Jack Lang y Alain Bergala en Francia. No, en España hay un problema de “ Auto Odio”  hacia la propia cultura. Anomalía que se estudia en las facultades de Filología. Aquí la cultura está mal vista, es sospechosa, y claro, hay que marginarla, invisivilizarla, no darle cuartel.

La cultura en España, y no sólo hablo de cine, se vive como una anomalía, como un cuerpo extraño, un cáncer que hay que erradicar. Es una cuestión histórica, educacional, sociológica y política. Ese es el campo de batalla.



Entrando de lleno en Los chicos del puerto. ¿Cuál es la motivación inicial que te lleva a realizar esta película?

Iba a ser un proyecto documental vinculado a una parte de cierta generación, la de mi padre , que luchó en la clandestinidad durante el franquismo por un cambio real  en esa España de guardar donde vivían, y que se quebró con la llegada de la transición. Para ellos el fraude fue de tal calibre que hicieron de una batalla general, una guerra particular, día a día.

En el caso de mi padre, que era médico de atención primaria como he comentado, se metió de lleno apoyando el asociacionismo en el marginado barrio de Nazaret. Me puse a escribir en el centro de juventud del barrio, y viendo a los chavales de aquí para allá, sus juegos, sus silencios y por supuesto sus miradas,  nació la historia de Los chicos del puerto, que, como ocurre a menudo nada tiene que ver con el proyecto inicial.

Es bien sabida la dificultad de levantar proyectos audiovisuales, y todavía más si son cinematográficos, en España. ¿Podrías comentarnos brevemente como se llevó a cabo la producción (financiación y rodaje) de Los chicos del puerto?

Los chicos del puerto ha sido posible gracias al apoyo del ICAA y el IVAC, además de RTVV y financiación privada. Lo que está claro es que sin el apoyo claro de las instituciones públicas no sólo en España sinó en toda Europa, la diversidad cinematográfica corre peligro, y digo esto e insisto de nuevo porque se está negociando la inclusión de la cinematografía en los acuerdos GATT entre EEUU-EU. Si esto ocurriera sería la eliminación de la excepción cultural europea y un destrozo sin precedentes al cine tal y como lo hemos entendido en Europa desde el fin de la II Guerra Mundial.


En los fotogramas y clips que se han ido subiendo en la página de Facebook del film, destacan las miradas de los personajes, cargadas de fuerza y de sentimiento que se transmiten nada más verlas. Además de tener un aire Pasoliniano ¿Cómo fue el proceso de selección de tus protagonistas? ¿Y el trabajo con los niños?

Hicimos un casting de 600 niños buscando una mirada, una expresión. Al final el protagonista salió del barrio de Nazaret, justo la geografía inicial de la película. Omar Krim tiene la mirada de un chico de 12 años que ha vivido ya muchas cosas a su edad.

El trabajo con los niños fue duro, severo y exigente.  La exigencia y la responsabilidad es algo que les trasladé como parte del equipo. Les traté como adultos, buscaba compromiso, y lo encontré.  Ellos son la película.

En Las olas se intuía la influencia del cineasta griego Theo Angelopoulos, tanto a nivel narrativo como de puesta en escena. Además del viaje como parábola que aglutina todo el significado del relato.  La historia de Los chicos del puerto vuelve a desarrollarse a lo largo de un viaje, en el que el subtexto tiene un gran peso. Vemos que sigues esa línea donde Angelopoulos es una marca que indica el camino. ¿Ves Los chicos del puerto como una película que habla de su época en clave de parábola?¿En qué aspectos, concretamente?

Toda película es hija del momento en que se produce, digamos que ese es un punto de vista dialecto o si quieres marxista de la historia, pero no hay una autoría, no hay un discurso ideológico en primera instancia. Si ruedas la película en un momento de crisis sistémica, en unos lugares marginados y de periferia geográfica de una ciudad, creo que, de alguna manera, el cine tiene esa capacidad manifiesta de porosidad con lo real.

Aparte de Angelopoulos, en esta ocasión, los ecos de Abbas Kiarostami también parecen hacerse presentes en el argumento, especialmente su película ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987) ¿Ha sido un punto de referencia esta película? ¿Qué más cineastas o películas te han servido de inspiración para dar forma al mundo de Los chicos del puerto?

Kiarostami es el maestro de maestros trabajando con niños, como lo es Erice y también aunque de otra generación, Kore-eda.

Con tus tres largometrajes estás desarrollando una línea muy concreta, estás encontrando tu lugar en el cine, y todas tus películas nos hablan de la historia, de la preocupación por el pasado, la memoria, y su implicación en el presente. También se  centran en personajes outsiders, podríamos decir, individuos solitarios, que viven en la periferia de la ciudad o del cine, según el caso. ¿Eres consciente de ello al trabajar cada película? ¿Es una línea que pretendías abordar desde un primer momento?

Cuando en este país  se ha llevado a la pantalla películas sobre el pasado y la memoria  siempre ha sido, por lo general,  desde un punto de vista costumbrista, teatralizante, alejado de las posibilidades del cinematógrafo. Es la diferencia que decía Pasolini entre la reconstrucción histórica y la reinterpretación de la misma.

Es un problema extraordinario el que tiene España con el pasado y la memoria.

El film está previsto que llegue a las salas en otoño. Lo más probable, como está sucediendo con películas como las de Rebollo, Subirana o Siminiani, es que no lleguen a Castellón por vía comercial, y lo hagan estrenándose en salas especiales como la del Paranimf de la Universitat Jaume I, en el Espai d’Art Contemporani de Castelló o el Teatro Municipal de Benicàssim. ¿Crees que Los chicos del puerto podría llegar a estrenarse en una sala convencional?¿Se podría hacer un esfuerzo para que se diera el caso?

En nuestro caso tenemos la confianza de contar con la distribuidora Barton Films, con quienes ya trabajamos en Las Olas, y se prevé el estreno en salas en otoño de este año.

Y, para terminar, pregunta de rigor, pero que no se nos puede escapar. Suponemos que estarás muy metido en la distribución y promoción de Los chicos del puerto, pero ¿tienes algún nuevo proyecto en mente?

Sí.

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