domingo, 16 de septiembre de 2012

Amanecer (Sunrise, F.W. Murnau, 1927)


A Song of Two Humans

Friedrich Wilhelm Murnau fue uno de los pioneros que elevaron el cine a la condición de arte, experimentando con el aparato cinematográfico y creando algo más que simples historias. Su vida fue breve y su filmografía consta de 21 películas entre 1919 y 1931. Amanecer (Sunrise, 1927) supone la culminación de toda su labor investigadora del cine y sus modos de representación al mismo tiempo que su entrada en Hollywood, donde cuatro años después murió en un accidente de tráfico y terminando con este genio creativo.

Pero para apreciar la grandeza de Amanecer hay que mirar al pasado de la filmografía de Murnau y de la Historia del cine, porque esta película es un compendio de todas las técnicas que se habían ido aprendiendo, “la película adopta tonos expresionistas para  describir ciertas atmósferas del pequeño pueblo donde se desarrolla el drama así como el montaje constructivo y el collage en otras ocasiones. Incluso adopta estilemas de la vanguardia referidos a las “sinfonías urbanas” que proliferaron en los años veinte[1], haciendo de Amanecer el ejemplo más importante del denominado cine internacional del periodo.

En la propia filmografía de Murnau encontramos los elementos principales que forman Amanecer. Centrándonos en los ejemplos más conocidos, en primer lugar encontramos Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922), aquí Murnau se acerca a la corriente expresionista en las interpretaciones, los decorados y la categoría de historia oscura, incluso fantástica; todo esto esta en Amanecer, pero lo más importante es la relación entre el personaje de Margaret Livingston, la mujer de ciudad, que “parece en muchos sentidos el equivalente femenino al conde Orlok, que acecha sin descanso el alma infeliz de O’Brien. En una escena incluso es asediado por imágenes espectrales de ella, que le rodean, aferran y provocan con sus deseos asesinos[2].  La otra película clave para la futura construcción de Amanecer es El último (Der letze Mann, 1924) donde Murnau hace una película sin rótulos y con ingeniosos e imposibles movimientos de cámara para contar la historia del conserje de hotel degradado interpretado por el famoso actor Emil Jannings. En Amanecer la aparición de rótulos es muy escasa, la historia se cuenta con las imágenes, al igual que en El último; además, los pocos rótulos que aparece no son simplemente informativos, también connotan sensaciones al espectador, como el rótulo “Couldn’t she get (y poco a poco, dándole dramatismo e intriga aparece la palabra) drowned?” y el rótulo cae como si se tratara de una gota de agua hasta desaparecer de la pantalla.

Aparte de la magnífica técnica puesta en escena al servicio del film, la historia, simple pero profunda, cuenta con el juego del amor del hombre por dos mujeres, algo esencial que da complejidad a la trama. Como bien expresa Ángel Quintana: “La primera simboliza la luz del día, la promesa de una apacible vida familiar, la calma que implica la seguridad. Ella es la esperanza de una felicidad plácida basada en la aceptación de cierta monotonía existencial, en el reconocimiento del peso de esa cotidianidad que apacigua la fuerza de todo deseo. La segunda mujer es la nocturnita. Ella ejemplifica la tentación, el riesgo, es una fabricación fantasmagórica del deseo, su existencia supone la aceptación de algo extraordinario que transgrede los límites de la moral para conducirnos hacia otras fronteras. Su promesa de felicidad es marcadamente efímera, y, a veces, lleva implícita la idea de caída final en un incierto abismo[3]. Está es la historia que no deja de repetirse y que llega hasta nuestros días en películas como Two Lovers (James Gray, 2008) ochenta años después de Amanecer o muchas películas de Woody Allen. En esta ocasión Murnau, probablemente condicionado por ser una gran producción de Hollywood, opta por la opción conservadora, el personaje decido quedarse junto a su mujer, que le aporta todo lo descrito por Ángel Quintana y abandona a la amante, que saldrá repudiada del pueblo.

Entre todo esto, más allá de lo puramente analítico, Amanecer es una película que te lleva más allá  de sus logro técnicos y su planteamiento narrativo y hace que escenas como la persecución al cerdito, tan divertida, la llegada a la ciudad llena de luces, atracciones y espectáculo, tan impresionante y la escena en el barco donde el hombre se arrepiente de sus intenciones justo antes de abalanzarse contra su mujer, tan dramática, estás escenas queden grabadas en la mente del espectador. Y, al mismo tiempo, demuestran que Amanecer es una película de contrastes, avanzada a su tiempo, dónde no predomina la comedia ni el drama, sino que todo forma el uno, porque en la vida real no todo es divertido, ni todo es triste ni melodramático; Amanecer es una historia de dilemas morales que pueden suceder en la realidad y como en ella Murnau lo expresa en la pantalla.

BIBLIOGRAFÍA

BENET, Vicente J. La cultura del cine. Paidós Comunicación. Barcelona, 2004.

QUINTANA, Ángel. Entre el deseo y la familia. Cahiers du cinèma. España, mayo 2010, nº34, p. 24-26.

JAY SCHNEIDER, Steven. 1001 películas que hay que ver antes de morir. Grijalbo, Barcelona 2004



[1] BENET, Vicente J. La cultura del cine. Paidós Comunicación. Barcelona, 2004.
[2] JAY SCHENEIDER, Steve. 1001 películas que hay que ver antes de morir. Joshua Klein, Amanecer.  Grijalbo,  Barcelona 2004.
[3] QUINTANA, Ángel. Entre el deseo y la familia. Cahiers du cinèma. España, mayo 2010, nº34, p. 24-26.

No hay comentarios:

Publicar un comentario